lunes, 27 de agosto de 2007

Relativizar la izquierda

No es extraño escuchar que la diferenciación entre izquierda y derecha no tiene mucho sentido en la actualidad. A decir verdad, tiene el mismo que ha tenido siempre, ya que no deja de ser una convención política occidental nacida en los orígenes más elementales de nuestra cultura política, es decir, la Revolución Francesa, a través de la caprichosa y arbitraria posición en la Asamblea Nacional de, por decirlo de una manera simplista y rápida, los más firmes defensores de los principios y transformaciones que guiaban la Revolución. Así pues, esta diferenciación no define unos parámetros absolutos, sino que sirve para establecer, a modo orientativo, el posicionamiento de las fuerzas políticas dentro del abanico representativo en un parlamento. Es decir, tiene un componente relativo más que absoluto.

De esta forma, los principios defendidos por los actuales partidos políticos en nada o poco corresponden con los de las formaciones de hace cincuenta, cien o doscientos años y eso no se debe a que se pierdan unas esencias sino a que los tiempos cambian y gracias a dios o la democracia se adquieren compromisos y varían los retos en los que se ve inmersa la sociedad. Pero la necesidad de establecer patrones de ubicación y diferenciación entre las distintas fuerzas políticas permanecen, especialmente en los tiempos políticamente confusos que corren con las transformaciones postmodernas como la caída del muro de Berlín, el advenimiento de nuevas coyunturas y, para que negarlo, la degeneración estética en la que ha caído cierta supuesta izquierda.

Así, se establece como izquierda, en vez del mero término de especificación política, a la reivindicación de referentes emotivos basados en una reciente tradición a modo de religión laica, fundada en una apelación a la Historia, planteándola, pues, tal cual una adscripción identitaria. Así, para ser de izquierdas es preciso sentirse de izquierdas, a modo de acto de fe. En este vicio son expertos los muchachos de IC, que limitan su discurso a su repetida y vacua declaración de ser d'esquerres de debó, de izquierdas de verdad, como si tuvieran la continua necesidad de autoafirmarse ante el triste vacío de su discurso y, de paso, se confirieran el deber de ser los guardianes de las esencias en su pureza.

La verdad es que los de IC siempre me hacen reflexionar sobre el significado de la dicotomía entre izquierda y derecha. Con todo, partiendo del significado original, entiendo a la derecha en general a las fuerzas conservadoras, tradicionalistas, defensoras de ciertos privilegios y justificadoras de la desigualdad mientras que concibo como izquierda a aquellas formaciones que defienden la libertad e igualdad de todo individuo (lo de la fraternidad me lo ahorro para no parecer demasiado afrancesado).

Así, nos encontramos con una supuesta izquierda que apela a unas tradiciones, a un pasado, que coquetea con la desigualdad en aras de una mal entendida multiculturalidad y convierte en su primer objetivo el acceso al poder ocupando un nicho político cómodo con su superficial pátina contestataria. Recientemente hubo revuelo con la identificación antisistema de una conocida regidora barcelonesa. Desde luego, que cada cual se sienta como quiera, pero el problema es que este pequeño partido vive de esta superficial imagen, como una marca publicitaria cualquiera, siendo, como son, tan parte del sistema como el resto de los partidos, con el agravante de que mayormente se quedan en la estética, porque, de hecho, es de ella que viven y no de las inexistentes aportaciones que ofrecen a las cuestiones que, teóricamente, tanto les preocupan.

Por ello no sólo me planteo lo realmente poco a la izquierda que habría que ubicar a la mencionada formación política, sino que entiendo la connivencia y absorción de esta supuesta izquierda con el nacionalismo. Así, ambas corrientes disfrutan de las apelaciones al pasado y se obsesionan con cuestiones meramente simbólicas. Orgullosas de las esencias incuestionables que creen representar, tienden al maniqueísmo, a la ausencia de relativismo, a denostar al que no piensa como ellos.

De esta forma, resulta sintomática la dificultad con la que en general nos ubican a los de C's. Éste es un partido que tiene muy claro que los aspectos identitarios deben salir de la órbita política y pública para limitarse al ámbito privado. Por esta razón somos recelosos que se nos confunda con esta visión identitaria y estereotipada de la izquierda, por eso no nos gusta llenarnos la boca con la palabra izquierda. No hemos entrado en la arena política para definirnos sino para realizar una serie de propuestas en torno a un modelo de sociedad. La ubicación de nuestro proyecto no nos corresponde, no sólo está feo hablar de uno mismo, sino que debería ser responsabilidad de, por ejemplo, el periodismo. Cuando nos ha tocado, ya hemos pedido que se nos ubicara a la izquierda, sin ir más lejos, en el Parlamento catalán.

Pero he de reconocer que me genera perplejidad la facilidad con la que algunos nos etiquetan como extrema derecha sin el más mínimo asomo de sonrojo. Porque, para el que no lo sepa, estamos hablando de un partido que se define como socialista y progresista y que hace de su principal discurso la reivindicación de las libertades individuales y del ciudadano como sujeto de la vida política ante un sistema de partidos políticos hipertrofiado, que ha relegado su original función representativa para convertirse en un conjunto en competencia de maquinarias de gestión de poder. Partiendo de que el término izquierda es un parámetro, como es, relativo, con los tiempos que corren de vacío para la ciudadanía, me planteo realmente quién está a la izquierda de C's.

Jaume Mestre Debate21- 30-3-07

domingo, 26 de agosto de 2007

Homenaje a Carlos Trías Sagnier

Valga mi homenaje en esta crónica, a Carlos Trías Sagnier, muerto recientemente por el cáncer. Escritor comprometido por la democracia y las libertades. Uno de los 15 magníficos que valientemente osaron contradecir lo políticamente correcto en el paraíso catalanista que impera en esta parte de España, que és: nuestra querida Catalunya. Y ellos, los esperados y deseados por tantos ciudadanos catalanes, redactaron y firmaron ese esperanzador primer manifiesto, a pesar, de la marginación político-social que les acarrearía esa firma. Algunos se desvincularon pronto del compromiso al no querer mojarse el culo con las bases diversas de ciudadanos, algo muy poco intelectual, el bajarse al ruedo. Más tarde, otros, haciendo un quiebro por la derecha y, ahora, después del congreso, un quiebro transversal, ambiguo, pues, están y no están, no se sabe bien, bien, si se han ido o venido. Pero sí, nos quedan algunos fieles firmantes del manifiesto en nuestras filas, militando y apoyando, entre ellos estaba Carlos Trías, un socialdemócrata que lamentablemente ha muerto pronto pero dejándonos como legado, consuelo y herencia el haber sido de Ciutadans hasta su último día, hasta su último suspiro. Descansa en paz, compañero.

Aquí los homenajes de dos de sus amigos: El melancólico de Arcadi Espada y Releer a Carlos Trías de Francesc de Carreras

Javier Casas

Ser per haver estat

El senyor Carod Rovira va assistir el passat dia 16 d'agost al funeral de Lluís Maria Xirinachs, mort recentment. Des de C's, el diputat José Domingo va criticar amb duresa l'assistència d'un alt representant de l'Estat com és el senyor Carod a l'homenatge que se li va rendir a un personatge que es va declarar l'any 2002, en plena democràcia constitucional, simpatitzant de la banda terrorista ETA. No content amb la seva polèmica presència a l'acte del desaparegut secessionista, Carod va respondre poc després a aquelles crítiques des del barri barcelonès de Gracia, per declarar que l'"amic" dels assassins de demòcrates insignes com Ernest Lluch o Francisco Tomás y Valiente, regidors democràtics com Miguel Ángel Blanco, Francisco Cano o José Luis Ruiz, centenars de ciutadans anònims a Catalunya y a tot Espanya, aquest amic dels últims criminals feixistes que amenacen la democràcia espanyola, té millors credencials democràtiques que el nostre partit i va fer més per la democràcia d'avui que un partit democràtic com C's.

No és el primer cop que el senyor Carod humilia tots els catalans des d'un càrrec oficial amb els seus contactes amb el món del terrorisme i dels qui l'aclamen. La presència del senyor Carod, president en funcions de la Generalitat, en l'homenatge a un admirador del terrorisme basc, ofèn greument les víctimes d'ETA, erosiona la dignitat del càrrec que el senyor Carod ostenta i avergonyeix els milions de catalans compromesos amb la llibertat i la democràcia. Com el 2004, i amb l'agreujant de la reincidència, creiem que l'episodi i la falta de respecte que suposa són suficientment greus com per motivar el seu cessament immediat.

Pretendre esquivar aquestes consideracions i callar les crítiques comparant el pedigrí de compromís democràtic del finat amb el dels membres del nostre partit acaba d'evidenciar l'actitud sectària i estantissa en què el senyor Carod s'ha instal·lat. Justificar i enaltir un personatge d'avui per la seva trajectòria fins a 1978 és desconèixer el moment històric en què vivim que és trenta anys després de la restauració de la democràcia a Espanya. És sabut que el nacionalisme prefereix quedar-se ancorat en un moment de la història, real o imaginat per blanquejar la seva consciència, excusar els seus actes i protegir els seus privilegis. Però, afortunadament, ni estem al 1978 ni han deixat de passar coses des d'aleshores. En aquests trenta anys, alguns dels m´çes actius antifranquistes de llavors s'han revelat com a vertaders feixistes i autèntics enemics de la llibertat, bé perquè maten, amenacen i pretenen imposar la seva voluntat totalitària per la força, bé perquè comprenen, justifiquen, animen o simpatitzen amb els primers. La democràcia espanyola no deu res ni a uns, ni als altres. I si algun cop els demòcrates van compartir trinxera antifranquista amb feixistes i totalitaris, ja és hora, trenta anys després, que cadascú sàpiga distingir si la seva batalla era contra Franco, contra els espanyols o per la democràcia i la llibertat en aquest país. L'antifranquisme d'ahir, fos per convicció democràtica o per somieig totalitari d'un altre signe, ni eximeix, ni substitueix, ni suplanta el compromís lleial amb la democràcia d'avui, aquí i ara.

Per altra banda, el senyor Carod Rovira i el partit que representa no són ningú per donar lliçons de democràcia a Catalunya, i menys a Ciutadans-partido de la Ciudadanía. El nostre partit és un partit radicalment compromès amb la democràcia, en totes les formes i en tots els seus matisos. No hem donat ni donarem cobertura de cap tipus perquè els terroristes, siguin quins els que siguin els seus objectius, puguin guanyar per la força de la intimidació el que no aconsegueixen democràticament. I entre els nostres dirigents, el tarannà democràtic dels quals es permet dubtar-ne amb tanta lleugeresa, no trobarà el senyor Carod ningú que hagi empunyat mai les armes per arribar allà on no arriba la paraula. No acceptarem, per tant, ni un indici de superioritat moral d'Esquerra, ni comparacions amb l'exsenador desaparegut, perquè nosaltres no som amics de cap grup de criminals i no hem deixat de lluitar, individualment o organitzadament, per la democràcia i contra la violència, abans (els que tenen edat suficient) i després de la mort de Franco.

Descansi en pau el senyor Xirinachs. I deixi el senyor Carod d'utilitzar-lo com a parapet i cortina de fum per amagar la seva desídia, la seva inoperància, la seva incompetència i la del Govern de vacances que li ha tocat presidir, a l'hora d'afrontar els problemes tangibles que afecten els ciutadans. Començant, per exemple, pel col·lapse d'infraestructures que viu Catalunya i davant del qual no pot pretendre que creiem que la Administració autonòmica de la qual continua formant part no té res a dir ni a fer. A part, per descomptat, d'expressar el seu habitual més sentit condol i el seu més contundent enuig, per reprendre acte seguit l'etern victimisme i la permanent reivindicació estèril que no ens trauran d'aquesta situació, perquè fins a ella ens ha portat.


Juan Antonio Cordero. Membre del Consell General de C's-Partido de la Ciudadanía

eldebat.cat 23-8-07

miércoles, 1 de agosto de 2007

Loquillo y Sabino Méndez

Entrevista a Loquillo (revista FOROS 21)

Tu perteneces a una generación que marcó un hito en el panorama musical español. Los años 80 supusieron un despliegue de nombres, grupos y creatividad. ¿En qué situación se encuentra el panorama cultural hoy?

Estamos viviendo un momento de involución absoluta en el mundo de la cultura. Si contrastamos la década de los 80 con hoy es totalmente distinto. En los 80 se salía de una dictadura, había unas ansias increíbles de libertad y como las leyes no estaban creadas era todo mucho más fácil. Fuimos la primera generación que pudimos expresamos libremente sin censura, fue la magia del momento. A partir del 86 eso fue cortándose, programas como la Edad de Oro o La bola de cristal fueron sacados de parrilla, precisamente son cosas que comentamos cuando estamos de gira. Si comparamos los grupos de hace 25 años de la radio fórmula con los de hoy, vemos como las referencia literarias o cinematográficas están siempre presentes en las letras; actualmente hay una gran banalidad y el mensaje más trasgresor es "no puedo entrar en tu local con zapatillas". También tengo que decir que a partir del año 86 muchos de los personajes trasgresores de los medios de comunicación fueron despedidos, Carlos Tena, Pilar Miró... Había entonces un interés por convertir la cultura y la educación, ahora la educación cada vez va a peor y esos valores que debería haber en un sistema democrático brillan por su ausencia. La televisión publica se ha convertido en una tele basura para poder venderla en un par de años, para poderla convertir en una televisión privada que es hacia donde nos llevan. Hoy es muy difícil encontrar intelectuales que tengan columnas de opinión que no sean, claro está, acordes con la editorial que les paga. La globalización ha llegado a todo y eso significa que todos tenemos que escuchar la misma música, ver el mismo cine y estar dentro de los cánones en que nos quieren incluir.

Barcelona fue una de las ciudades más trasgresoras en los años SO. Desde hace un tiempo estamos asistiendo a una institucionalización de la cultura, a un control cada vez mayor, utilizándola como un motivo de enfrentamiento, sirviendo de coartada a los intereses de unas castas burocráticas que sólo defienden sus propios intereses.

En estos momento me siento, no solo pero sí que noto falta de posicionamientos políticos por parte de compañeros de profesión. Y cada vez hay mas miedo a decir lo que se piensa. Y cada vez más, pienso que la gente decía más lo que pensaba en el 85 que ahora. En los años 60 o 70 te prohibían en la radio y eras un héroe hoy te silencian. Es algo que me asusta y me alarma, nos lleva al planteamiento de una sola idea, un solo pensamiento. Y, por otro lado, vengo de un lugar donde, insisto, es más complicado todavía. Soy barcelonés, catalán, me siento castellano, pero en Cataluña se da una situación cómica. Estamos ante un debate de identidad, unos dicen que son mas catalanes que otros porque han nacido en Cataluña, y otros dicen que lo son ellos porque han venido de otro lugar de España a levantar Cataluña. En vez de preocuparse por los problemas de los ciudadanos todo el mundo abandera de donde es, algo totalmente ridículo. Ante una situación así tienes dos opciones: o tomar partido en un lado u otro o simplemente salir corriendo. Ante esta locura, yo lo que he hecho ha sido irme porque la presión era tanta que si unos te utilizaban hacia un lado, otros te utilizaban hacia el otro, y acaba uno bastante harto. Tengo la experiencia personal de que la clase política siempre usa a actores, músicos aprovechando las ideas de esos actores, músicos en beneficio propio. Y después la patada en el culo y ahí os quedáis, a mi me ha quedado un mal sabor de boca todas las veces que me la he jugado.
Cuando tocamos contra la OTAN, los mismos que nos contrataron son los que luego nos metieron en la OTAN, y claro después de estas cosas ya no te crees nada. España es un país con una cultura democrática muy pobre y joven aún, depende como se quiera ver eso significa que el posicionamiento político pueda cerrarte puertas. La derecha y la izquierda también siguen con ese pensamiento. Nos falta esa cultura democrática, ese respeto a las ideas de los demás. Siempre he pensado que quizás por de donde vengo, mi padre era de la CNT, mi tío era trotskista, y supongo que eso te acaba marcando en cómo se hacen las cosas

Cada vez mas asistimos a una mayor concentración en gigantescos grupos de comunicación que controlan la cultura y el arte. Desde los Ateneos apostamos por la creación de foros al margen de los cauces oficiales, independientes en lo económico e ideológico. ¿No crees que esto mismo se debía exportar a otros campos de la cultura?

No creo en las subvenciones, creo que las subvenciones son, sobre todo en nuestro país, a dedo. Cuando se te concede una subvención se espera que favorezcas a quien te ha pagado. Las subvenciones deberían darse a colectivos teatrales, de cine. No creo en el individualismo. Yo todo lo que he hecho durante estos 15 años es con la banda, con su potencial de directo, de ventas para capitalizarme, para poder afrontar proyectos al margen del grupo y proyectos que tengan que ver con mi idea de lo que debía ser la cultura. Hace tres años produje la película "Mujeres en pie de guerra", sobre la historia de tres mujeres en Barcelona desde el 36 hasta la última persona que aparece, que es una de las fundadoras de CCOO en Cataluña. Y es una película que ha estado funcionando tres meses en la sala Comercial, algo muy difícil y ahora está dando vueltas por todos los festivales alternativos de Europa. También he realizado una obra de teatro sobre la poesía de Bernardo Atxaga., Obabaoak.

¿Cual es tu posición ante las agresiones a Arcadi en los mítines de presentación del nuevo partido, Ciutadans-Partit de la Ciudadanía?

La situación en Cataluña es kafkiana. Yo vivo en Euskadi que es una sociedad politizada y la gente vota a muchos partidos. El arco parlamentario del parlamento vasco es muy abierto, eso no se da en Cataluña, hay dos grandes partidos digamos que uno representa a la izquierda y otro a la derecha, aunque eso está por ver. Yo eso de ser nacionalista y de izquierdas es algo que no entiendo, es como mezclar coca-cola con jack daniels. Hay un porcentaje muy alto en Cataluña que no tiene expresión política, un 52 por ciento que no ha ido a votar y no porque la sociedad catalana sea apolítica porque, contrariamente, ha sido siempre una sociedad muy política. Hay algo que no cuadra. Yo soy de un barrio en que en los años 60 había muchas bandas, mucha delincuencia, no creo que esa gente que va a romper mítines, gente que por supuesto está dirigida, durase mucho en mi barrio. Y tampoco ha habido una respuesta a eso. Me duele mucho como ciudadano que no se respete el entorno democrático, y que la gente que luchó porque este país tuviese derecho a voto, ahora no va a votar.

¿Qué conclusiones sacas de los resultados del pasado referéndum sobre el Estatuto catalán?

La conclusión es que existen dos Cataluñas, una real y otra ficticia. A mi me parece muy fuerte que un presidente de la Generalitat salga el día antes de las elecciones a pedir el sí, eso lo hace un presidente del estado español y la que se monta. Eso es antidemocrático y nadie dice nada. Cuando se hace un pacto y se excluye al PP es un error, no se debe excluir a nadie, ya se ha excluido bastante gente, entre otras cosas se está excluyendo a los votantes de este partido que son medio millón de personas. Yo tengo la sensación de que Cataluña, desde el siglo XIX, es un territorio dominado por 150 familias pertenecientes a la burguesía empresarial que están representadas en todos los partidos políticos. Si que es cierto que el PSC era un partido que Cataluña era su caldo de votos, sobre todo en la época de Felipe González, era PSC- PSOE. Hoy mucha gente de izquierdas en Cataluña dice que ni es Obrero ni es Español. Sólo tienes dos opciones para votar en Cataluña, y si tienes la valentía de ir a un mitin de Ciutadans te la lían.

Una abstención, además, que se concentra de forma muy fuerte en los barrios obreros del área metropolitana de Barcelona

Yo creo que la abstención va a seguir subiendo. Hay una parte importante, sobre todo del área metropolitana, que son bilingües, que son hijos o nietos de emigrantes. La ley electoral es muy extraña, el voto de una persona en Me es más importante que el voto de un ciudadano barcelonés, un hombre un voto no existe.

El idioma de la mitad de los catalanes es el castellano, no se pueden dividir los colegios en A o B, es lo peor que se puede hacer. Esa ley de educación se ha hecho siempre desde el punto de vista nacionalista. En el norte de Cataluña, en las zonas castellano-parlantes los niños salen sin saber castellano y los padres protestan porque sus hijos a la hora de buscar trabajo están pez. Los castellano parlantes aprenden en catalán y salen mejor formados, es una situación kafkiana. Se utiliza la lengua como arma arrojadiza. Hay un fundamentalismo tanto catalán como españolista.
Ahora estamos metidos en un debate identitario, pero, ¿cuando se van a ocupar de los problemas de la gente?
En una sociedad con paro, donde no se quiere invertir, las fábricas están cerrando y se van a otro sitio... eso sólo es caldo de cultivo del fascismo, sobre todo en los barrios obreros. Con la tercera ola de inmigración sólo hay que encender la mecha. Pero ellos no saben ni que existen esos barrios. Falta un pelo para que en los barrios obreros de Cataluña ocurra lo que pasó en París y estamos muy cerca de Francia. La imagen que se está dando de Cataluña en los últimos años es de absoluta insolidaridad con el resto de España, algo que no representa en absoluto a los ciudadanos, sino a ellos mismos.
Se puede aprobar un Estatuto con el 48% porque es democrático, pero no es aplicable. Es necesario un discurso más tranquilo, menos de enfrentamiento. Hay que pedirle a la clase política profesionalidad, los políticos de la transición tenían una formación tremenda que les hacía en muchos casos renunciar a sus ideas, en muchos casos en beneficio de la convivencia.. Hoy el nivel de la clase política es muy bajo.
Yo espero que la sociedad catalana reaccione. Me parece una heroicidad que alguien se plantee hacer un partido político, pero la demanda es real, el PSOE ha perdido 700.000 votos desde Felipe González. Y es gente que sí vota en las nacionales pero no en las autonómicas.

Sara Montero

25 de Agosto de 2006



Sabino Méndez: “Estamos condenados a seguir escribiendo eternamente”

31/01/2007

Ediardo Tébar

“No hables de futuro, es una ilusión, cuando el rock’n’roll conquistó mi corazón”. El estribillo pertenece a ‘Rompeolas’, uno de los numerosos himnos generacionales que Sabino Méndez (Barcelona, 1961), entonces guitarrista, compuso en su banda, Loquillo y Los Trogloditas. Su nombre permanece con letras doradas en la memoria de los españoles que crecieron en los ochenta. Los que se iniciaban en la música y en la vida. Los que fumaban la libertad con caladas largas y coloreaban un país fijado en blanco y negro.

La década se disipó y con ella la carrera musical de Sabino Méndez. Palpó las catacumbas de las drogas y volvió con una obsesión: ser escritor. La literatura es un vicio del que no se ha “quitado”. Lee de manera compulsiva, es grafómano, filólogo, investigador de Teoría Literaria, explorador de la realidad y de su historia, motorista ‘outlaw’ y, desde 2005, activista político en la plataforma Ciutadans. Trabaja en un ramillete de proyectos relacionados con el cine, con el partido que integra y, por supuesto, con los libros. ‘Hotel Tierra’ (Anagrama, 2006) es su publicación más reciente.

Sabino Méndez inaugura esta tarde, a partir de las 19.30 horas, el ciclo ‘Poesía del rock’ en el Instituto Municipal del Libro de Málaga, con la conferencia ‘Letristas del rock y última poesía española’.

Pregunta.- La semana pasada volvió a tocar con Loquillo en Madrid. ¿Siente ahora con más intensidad el delirio de subir a un escenario?

Respuesta.- No lo siento como un delirio sino con un placer y una tranquilidad enorme. Me divierto mucho, la verdad.

P.- ¿Su enemistad con el cantante de Los Trogloditas fue como se ha contado todos estos años?, ¿siempre han sido “hermanos de sangre”?

R.- Bueno, yo toda esa terminología de “hermanos de sangre” y tal nunca sé muy bien exactamente a qué se refiere, dónde empieza y dónde acaba. Tampoco sé exactamente todas las versiones públicas que pueden haber arraigado de las habituales peleas y polémicas entre Loquillo y servidor. Lo cierto es que estuvimos apenas sin vernos casi diecisiete años y ahora hemos recuperado el placer de encontrarnos de vez en cuando. Mire, con las biografías que hemos tenido los dos y las cosas y hechos sorprendentes que hemos compartido creo que nadie más que nosotros puede entender ni hablar sobre los matices y detalles de nuestra amistad polémica.

P.- La controvertida historia del grupo tendrá versión fílmica, basada en ‘Corre rocker’ (2000), su primer libro.

R.- Me contrataron para trabajar en el guión el año pasado y lo dejamos en una fase que diría media. Luego, la producción ha estado bastante parada, lo cual me vino al pelo porque entre libros, recuperar viejas colaboraciones con Loquillo y el proyecto de Ciutadans tuve mucho movimiento, pero parece que hay intenciones de reactivarla el año que viene. Ahora bien, tendría que hablar usted con los productores porque yo, para estas materias, soy un verdadero lego y quizá le informaría mal de los planes.

P.- Dedica un amplio fragmento de ‘Hotel Tierra’ a reivindicar la modernidad y la pluralidad artística de la Nueva Ola. ¿Qué ha quedado en las ruinas de La Movida?

R.- No he visto ruinas, la verdad. Desapareció del todo y creo que fue mejor así. Lo que sí he detectado son vestigios en actitudes, de una manera muy parecida a como el latín deja sus vestigios fundamentales en las lenguas románicas. Pero no se fíe de mis comparaciones, la filología me pierde.

P.- Si el arte sirve para narcotizar o para despertar, ¿de qué lado se inclina la balanza en el siglo XXI?

R.- Estábamos sumidos en una fenomenal preponderancia de la narcosis, pero parece que empiezan a sonar algunos despertadores.

P.- Viaja a Málaga para hablar de poesía y rock. Tanto en la música como en la literatura, ¿empieza a escasear la astucia del escritor?

R.- No. Con la edad siempre llega. Quizá ahora, por causas industriales, se hace esperar más.

P.- Por cierto, ¿usted cree en la poesía?

R.- Mis creencias importan bien poco ante la innegable presencia de un hecho tan irrebatible como es la poesía en todas las facetas de la vida humana.

P.- ¿Y asume la perenne intromisión de las drogas en el rock?

R.- Cualquiera que conozca las inmensas tensiones, la extraña forma de vida y la ansiedad que se desarrolla en muchas de las búsquedas de esas existencias al filo, será muy comprensivo, compasivo y benigno con esa perenne intromisión ocasional. No es agradable, aunque pueda parecerlo. Yo, en cualquier caso, ya he renunciado a ellas como consuelo.

P.- Caballero Bonald dice que desconfía de la gente que habla mucho y bebe poco…

R.- Si no perdemos de vista que Hitler era un abstemio ‘cretinizado’ y un verdadero frenético de los vegetales, y mire la que lió con la humanidad, creo que podemos juzgar con cierta perspectiva las modestas aportaciones al género humano de aquellos que hemos gustado de beber. No sería tan drástico como Bonald…

P.- ¿Qué opina de la prensa musical de hoy?, ¿echa de menos un verdadero desván de ideas, como lo era en los ochenta La Luna de Madrid?

R.- La Luna era práctica porque estaba todo reunido en un ejemplar, pero ahora puedes encontrar la misma locura indiscriminada de ideas haciendo un buen collage personal de todos los medios a nuestro alcance. Eso sí, lleva tiempo y hay que ser un curioso infatigable para intentarlo.

UN PASEO POR LA LITERATURA

La última obra de Sabino Méndez, ‘Hotel Tierra’, es, según el prestigioso editor Jorge Herralde, “uno de los mejores libros memorialísticos de los últimos diez años”. El escritor y roquero habla al lector desde el “yo” real, como un recuentista de su propia vida, cuyo sentido entiende que es intentar explicarla. Para Sabino, la realidad es la sustancia misma del arte. Con ella sigue experimentando: en abril aparecerá su próxima entrega.

Pregunta.- ‘Hotel Tierra’ está escrito a modo de dietario, como hicieron Sthendal o Josep Pla. ¿Pensó en André Gide, maestro del diario íntimo?

Respuesta.- Pensé, por supuesto, en todos los ejemplos que conocía. Gide es muy notable pero no, no fue la principal influencia.

P.- ¿Sólo se considera autorizado a escribir en primera persona?

R.- Para algunas cosas, sí; pienso que probablemente sólo puedan escribirse correctamente en primera persona. Otras, desde luego, no. Hay varias personas del verbo en los idiomas, todas son útiles. Cierto es que todas las posibilidades de la primera estaban un poco olvidadas. Sólo se usaba un aspecto de ella que era una evolución espuria del narrador omnisciente. Pero no soy el primero en decirlo.

P.- Entonces, ¿el camino hacia la verdad está en el pasado, en el simulacro?

R.- Como punto de partida pienso que todo es más sencillo. El presente se comprende mejor con información, eso sí, una información difícil de conseguir y encima siempre inabarcable. En el asunto de la verdad todo se simplifica mucho cuando vemos la importancia de la intención y el rigor al inicio de toda búsqueda, aunque sea dolorosa. Bueno, qué estoy diciendo, si todo lo dijo ya Sófocles sobre estos temas. Y me da en la nariz que acertaba.

P.- Acaba de morir Kapuscinski, padre del periodismo moderno, despierto y literario. Concebía los libros como una derrota, un intento fallido de transmitir lo que se quiere expresar. ¿Está de acuerdo?

R.- Absolutamente. Como siempre nos quedaremos unos milímetros por debajo de lo que queremos expresar sobre los humanos, estamos condenados a seguir escribiendo eternamente, intentando mejorar por ver si algún día conseguimos el pleno de la expresividad total, cosa probablemente imposible. Pero ése es nuestro mejor motor y una maravillosa condena. Esa ceguera, además de la indignación, la vitalidad, la bondad y las emociones, es un fabuloso motor creativo como dejaba entrever mi admirado Paul De Man.

P.- Él recomendaba no escribir sobre alguien con quien no se ha compartido un momento. ¿Por eso Sabino Méndez es el protagonista de sus libros?

R.- Algunas ediciones fragmentarias de mí mismo han sido los protagonistas hasta la fecha de mis libros. Pero no olvidemos que cuando un buen escritor empieza a crear con tiempo un personaje de novela, termina también compartiendo con él mucho tiempo de trabajo en su cerebro. Eso no sucede con los personajes trabajados apresuradamente o sin orden.

P.- Pero… ¿la novela banaliza la realidad?

R.- Las buenas novelas, no. Pero son pocas. Las fallidas, sí. Incluso aunque no lo pretendan.

P.- A mediados de los ochenta le obsesionaba saber escribir. ‘Hotel Tierra’ es también la historia de un autor vocacional que sufre por depurar su estilo.

R.- He conseguido algunos logros pero sigo en ello. Afortunadamente, sé que es un trabajo que no se acabará nunca pero en el cual siempre habrá coquetas sorpresas. Eso me garantiza que no me voy a aburrir nunca lo que me queda de vida.

P.- Cuestiona y justifica su papel de literato con insistencia. Montaigne aseguraba que a partir de cierta edad uno podía hacer cosas imprescindibles.

R.- Espero y deseo con todas mis fuerzas que tenga razón.

P.- Califica de “oxigenante” su paso por la universidad, donde intentan que el alumno lea unos quinientos libros. Pero, ¿aprendió algo de por qué y cómo se escribe?

R.- Sí. Pero siempre gracias a iniciativas individuales de estudiosos y pensadores peculiares, singulares y, a veces, incluso mal mirados dentro del perfil universitario. Gente para mi gusto casi un poco heroica, con obsesiones y locuras metodológicas muy enérgicas pero admirables.

UN PASEO POR LA POLÍTICA

La decepción con el último gobierno catalán motivó la acción de un colectivo de intelectuales en 2005. Félix de Azúa, Albert Boadella, Arcadi Espada y Sabino Méndez, entre otros muchos, originan Ciutadans. El joven partido político se presenta como una opción por la política para los ciudadanos, la defensa de sus derechos y libertades, la igualdad, el laicismo y el equilibro constitucional y lingüístico. Contra todo pronóstico, han entrado en el Parlamento catalán con tres escaños. Sabino afirma que “algo está pasando”.

Pregunta.- Determinados círculos intelectuales acusan a nuestros nacionalismos de ingrávidos y a la oposición de golpista. ¿Usted cómo ve a España?

Respuesta.- Ni tan ingrávida ni, desde luego, en ningún modo golpista. A ver si nos quitamos de encima de una vez esos fantasmas apocalípticos de otras épocas y trabajamos racionalmente en serio.

P.- ¿Se cumplen los esquemas de Bataille sobre el juego totalitario?

R.- En unos asuntos acertó hasta un extremo sorprendente. En otros, se equivocó de una manera tan exagerada que hasta da un poco de risa. Lo considero un hombre interesante, muy interesante, pero no me guiaría por sus juicios. Tenía talento, no genio para mi gusto. Hay que observar que tuvo una vida durísima.

P.- La irrupción de Ciutadans tiene mucho de revolucionario. Se trata de un fenómeno avalado por la masiva participación a través de internet. ¿Está ahí la democracia directa?

R.- La revolución me interesa, pero siempre mientras tenga lugar en un despacho de Registrador de la Propiedad y ante notario. Detesto las algaradas callejeras inmotivadas. Quizá el camino sea alguna de las facetas de internet, no todas.

P.- ¿Hay una crisis en la “cultura de debate”?

R.- Hasta hace poco, absolutamente. En los últimos tiempos hemos asistido a cierta revitalización del debate crítico por algunas actitudes innovadoras. Deseo ardientemente que no sea flor de un día.

P.- Ahora Cataluña tiene un Presidente cordobés, un charnego. ¿Sorprendido?

R.- No. Es la realidad catalana que hemos vivido los últimos veinticinco años. Los que están sorprendidos son los nacionalistas de derecha e izquierda que se negaron siempre a aceptar que vivían en la tierra de la mezcla. Espero que el trauma de chocar con la realidad sea sano, higiénico y les cunda.

P.- ¿Qué espera de Ciutadans?

R.- Principalmente, que se institucionalice. Cataluña necesita un canal de expresión política que recoja que una gran mayoría de su población no comparte gran parte del delirio maximalista del nacionalismo que asumen el resto de los partidos. En el futuro y, cuando sean más conocidos, pueden encontrar ahí mucha gente su canal de expresión política. Es sano y realista. Eso garantiza que los roces se tengan en el Parlamento y no en la calle. El resto del camino será largo pero ineluctable.

P.- ¿Y de Cataluña?

R.- No espero nada de un territorio sino de sus habitantes, mis conciudadanos. Espero de ellos rigor y eficiencia. Que atiendan a las cifras demográficas y presupuestarias, dejen de quejarse, de autojustificar sus debilidades inventándose rivales imaginarios y creen una sociedad vigorosa y justa que salga del actual proceso de decadencia y autoengaño.